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INTELIGENCIA MECÁNICA

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agosto 2014


Un interesante artículo que apareció recientemente en The Economist («The high-tech world of old-world watches») ofrece una visión diferente sobre las consecuencias de la ola gigante que se acerca de los relojes inteligentes. La premisa del artículo es que hay mucha más innovación en el arte de la relojería mecánica que en los relojes supuestamente «inteligentes»

Según The Economist, los relojes inteligentes no son más que una nueva forma de presentar y adaptar las funciones y aplicaciones existentes en «una mezcla de teléfono, rastreador de actividad y reproductor de música.»

Y a pesar del hecho de que se vendieron el año pasado casi dos millones, Endeavour Partners en los EE.UU. encontró que un tercio de los compradores se hartaron de ellos rápidamente, y simplemente dejaron de usarlos al cabo de seis meses.

The Economist opina que la verdadera innovación por el contrarrio se encuentra en la buena y antigua relojería mecánica, estimulada por los «grandes beneficios que todavía se realizan en y alrededor del ’valle relojero’ Suizo»y por los «usos inesperados de materiales no tradicionales, que pueden con el tiempo transformar la industria.»

INTELIGENCIA MECÁNICA

En apoyo de su tesis, The Economist con frecuencia apunta al Sistem51 de Swatch como la representación de un gran avance (véase la discusión sobre la simplificación mecánica en este número). Pero por encima de todo, sin embargo, lo hace con entusiasmo acerca de la utilización revolucionaria del silicio, citando el escape de fuerza constante de Girard-Perregaux como ejemplo.

Eso debería de ser del todo tranquilizador para nuestros relojeros, ¿no?

En realidad no. El nuevo Mesías cuyo advenimiento es ansiosamente esperado lleva el nombre de Apple. ¿Será que el gigante con sede en California se contentará sólo en dirijirse a los muchos fieles conversos que ya tiene, todos esos acólitos ultra-conectados que sin duda se inclinarán ante su grandeza y cerrarán de inmediato una de sus rumoreadas pulseras alrededor de sus muñecas? ¿O estará también apuntando a los discípulos de la Haute Horlogerie - un público más cultivado, más rico y que es más sensible al lujo tradicional?

Aunque algunos fabricantes de relojes descartan de plano cualquier riesgo de ser devorados por el monstruo de la tecnología, y otros ya temen por su vida, el verdadero resultado estará probablemente en algún lugar entre los dos. Así como la invención de la fotografía no mató a la pintura, pero la transformó completamente al liberarla de las cadenas de la reproducción realista, la llegada del smartwatch, pase lo que pase, sin duda, transformará el arte y la técnica de la relojería.

Un aspecto positivo del artículo de The Economist es que muestra que a la próxima batalla en la relojería Suiza, esta no va a ir sin armas, y posee los recursos financieros, humanos y técnicos para enfrentar los nuevos desafíos.

Pero con el fin de hacerlo de la mejor y más inteligente manera posible, se debe evitar la búsqueda de refugio en la negación, como lo hizo durante la famosa crisis del cuarzo, que estuvo cerca de hundir a toda la industria. La arrogancia es un mala consejera. Sin embargo, la idea de que todos y todo debe estar conectado constantemente (porque además de relojes inteligentes debemos esperar ver refrigeradores inteligentes, coches inteligentes, biberones inteligentes, etc) con el tiempo se puede deshacer por su propia ubicuidad.

No todo el mundo quiere estar conectado permanentemente, y el número que lo hacen está, probablemente disminuyendo.

Una de las virtudes de la relojería tradicional es la poesía mecánica que no nos conecta con el Internet, pero si con el cosmos, con los misterios del tiempo y la belleza. Y ahí radica tal vez su mayor fortaleza.

Fuente: Europa Star Magazine Agosto - Septiembre del 2014